Por: pzapata@iermb.edu.co
Para hablar del ser, es necesario detenerse a pensar en lo real, en lo que existe. Lo paradójico, es que sabemos que somos, que aquí estamos, pero en ocasiones fabricamos una vida basada en supuestos, donde buscamos convertir nuestras historias en ‘leyendas’, perfectamente acomodadas, como mecanismo de defensa a sentimientos y emociones poco gratas y así empezamos a construir la vida de nuestros hijos.
Lo anterior, no está en estudios psicológicos ni sociológicos, simplemente es lo que se infiere desde que inició la pandemia y por ende, las clases virtuales, cuando en las actividades propuestas a los estudiantes en el marco del proyecto Ser (guía escolar en la institución educativa Ramón Martínez Benítez), se les solicitaba hacer referencia sobre su ascendencia e historias familiares y algunos chicos en medio de su confusión, escribían diciendo: «profe es que yo no tengo papá, entonces ¿qué hago?».
Mi respuesta a esta pregunta era sencilla: «indaga un poco más», allí muchos de nuestros estudiantes, a nivel general, iniciaron toda una investigación sobre su linaje y hasta tuvieron que recordar parientes fallecidos, aunque quizá doloroso para sus familias, fue una forma de confrontación con su realidad.
Y de esta manera, inició el ‘proyecto Ser’. Algunos padres de familia y estudiantes no comprendieron el ejercicio y se rehusaron a realizarlo, otros seguían las instrucciones y cumplían con sus evidencias; pero unos y otros, con el tiempo se dieron cuenta que reflexionar sobre su propia existencia conlleva a entender mejor su historia y hasta sus actuaciones, que aunque parezca extraño es una forma de comparar pasado-presente y que si se hace una reflexión efectiva, conlleva a trazar mejores futuros.
Entonces, asumo que el proyecto Ser fue un poco contradictorio, pues en su trasegar llegó a tener defensores y detractores, posiblemente porque en el inicio no se lograba comprender el propósito concreto de su surgimiento; y eso es bueno, pues cuando una idea genera controversia significa que hay mucho por debatir al respecto y también significa que hay dos posibles salidas para ello: la primera, se demuestra que aporta poco y simplemente se desecha; o la segunda, se trabaja en conjunto para hacer que esa idea surja y genere frutos.
Y así fue, se optó por la segunda, el Proyecto Ser se convirtió en algo más que una guía, se mantuvo, se replanteó y está floreciendo; actualmente, no sólo es la brújula para promover procesos pedagógicos integrales que conlleven a la legitimación del ser, sino que ha sido el punto de encuentro para los maestros y maestras de la Institución Educativa Ramón Martínez Benítez, pues no solo es el pretexto perfecto para que se compartan conocimientos, experiencias positivas y retroalimentación de prácticas pedagógicas inspiradoras, sino que ha servido de alivio al compartir con nuestros compañeros de equipo, aquellos momentos de sentimientos y emociones frustradas propias de nuestra cotidianidad y que nos concientiza que somos de carne y hueso, que somos reales, que existimos, pero que a pesar de todo, el objetivo es trascender en el ser.
